Hecho notorio los problemas que afectan a Oaxaca.
En este año, los movimientos radicales que se vivieron principalmente en la Ciudad de Oaxaca y sus alrededores, donde la asamblea popular de los pueblos de Oaxaca que encabezaba a diferentes organizaciones, trastornaron la vida cotidiana de nuestra ciudad, desde el 14 de junio hasta el 26 de noviembre de ese fatídico 2006.
A los abogados en general nos afectó gravemente dicha situación social tanto a servidores públicos ya que las instalaciones de sus sedes pertenecientes al poder ejecutivo, legislativo y judicial no laboraban porque estaban tomadas por las organizaciones inconformes, como a los abogados litigantes resintiendo el perjuicio mayor, ya que por más de cinco meses nos encontrábamos imposibilitados a ejercer nuestro trabajo diario, incluso la función investigadora a cargo de la entonces Procuraduría General de Justicia en el Estado y la preventiva de la entonces Secretaría de Protección Ciudadana eran mínimas por no decir nulas, lo que permitió el incremento de la inseguridad y por qué no decirlo esta inseguridad ocasionó el posicionamiento en nuestra ciudad de grupos de delincuencia organizada. La vida laboral jurídica se paralizó totalmente incluso se suspendieron los procesos penales pues la misma penitenciaría del estado estaba tomada por los grupos radicales, hubo compañeros litigantes que no aguantaron esta situación y decidieron cerrar sus despachos.
El 25 de noviembre de ese año que culminó con ese movimiento ocasionado por una parte de la sociedad, tuvo un hecho emblemático muy lamentable que fue la quema total durante la tarde noche de ese día de las instalaciones que ocupaba el Tribunal Superior de Justicia en el Estado localizado en la esquina que forman la calle de independencia y avenida Juárez en la ciudad capital, sede judicial que albergaba la presidencia, las salas en materia penal, civil y familiar y otras direcciones importantes de esa institución.
Ese sábado 25 después de cerrar la oficina y preparar un viaje de trabajo a Tehuantepec, al pasar por el centro de la ciudad presencié parte del enfrentamiento entre la Policía Federal Preventiva contra integrantes de la APPO. Pude sentir (a pesar de que iba a bordo de mi vehículo) los efectos que causan los gases lacrimógenos, más tarde me enteré de la quema del Tribunal. Al día siguiente, siendo aproximadamente las siete de la mañana, hora fijada para salir al Istmo, decidí recorrer el centro de la ciudad y trasladarme al edificio del Tribunal; las calles de mi ciudad presentaban las huellas y consecuencias de una batalla campal, parecía territorio de guerra, tomé la circulación sobre Avenida Juárez que es de norte a sur y al llegar a la esquina con la calle de independencia doblé con dirección a la derecha en contra de la circulación de esta última calle, estacionándome adelante de la puerta principal de acceso al tribunal y con tristeza y desagrado pude percibir la destrucción de este edificio todavía humeante, minutos después arriba el hoy magistrado y quien fuera mi maestro en la universidad Fernando Méndez Ortega, que en ese entonces se desempeñaba como secretario de acuerdos del Tribunal, quien me permitió el ingreso para ser testigo de esa atrocidad, cuando me retiraba recuerdo que llegaban abogadas que laboraban en el mismo y cuando vieron como estaba su fuente de trabajo empezaron a llorar, si bien es cierto, los abogados desempeñamos diversas funciones, eso no deja de lado el compañerismo, y se sentía de manera común la nostalgia y tristeza.
Desde ese año, y por la misma inseguridad que se vivía tomé la decisión de que la reja de protección de acceso a la puerta principal de mi oficina siempre estuviera cerrada con candado, permitiéndose el acceso únicamente a mis compañeros y a los clientes con sus familiares, medida de seguridad que hasta la fecha conservo.
El doce de junio de 2006 había conseguido la concesión de un amparo contra orden de aprehensión en contra de varios quejosos, radicado con el número 536/2006 del juzgado quinto de distrito causando ejecutoria el doce de julio, cumpliendo con la misma la autoridad responsable el 17 del mismo mes y año sin embargo, la jueza de amparo mediante acuerdo de fecha 27 de ese mes consideró que la responsable no cumplía cabalmente con la ejecutoria de amparo y requirió nuevamente a la ordenadora de cumplir con dicha concesión de amparo, sin embargo, por la misma situación social ya no se pudo notificar dicho acuerdo y de oficio, la jueza de distrito determinó mediante un acuerdo que me llamó mucho la atención y que es prueba de la situación que vivíamos, lo siguiente:
“Oaxaca de Juárez, Oaxaca; a 25 de agosto del año 2006.
Visto el estado que guardan los autos, de los que se advierte que a la fecha la autoridad responsable juez séptimo de lo penal del distrito judicial del centro, no ha quedado debidamente notificado del oficio número 21559 por el que se le remitió transcripción del proveído de veintiséis de junio del año en curso, dictado en este juicio de garantías fojas, 1217 a 1220, por el que se le requirió de nueva cuenta el cumplimiento a la sentencia dictada en este juicio de amparo el doce de junio del año dos mil seis, firmado y autorizado en 23 siguiente por lo que al respecto se provee:
Toda vez que es un hecho notorio los problemas que afectan a esta ciudad de Oaxaca, lo que ha ocasionado el cierre de diversas oficinas gubernamentales y judiciales, impidiendo la entrega de los oficios mediante los que se les solicitó el cumplimiento de las sentencias en los juicios de amparo que se tramitan en este juzgado, remitidos a las autoridades responsables.
En consecuencia una vez que se tenga conocimiento cierto que las circunstancias de hecho que imperan actualmente, cesaron, los actuarios deberán entregar inmediatamente el oficio correspondiente a la autoridad responsable.”
La prosecución judicial se reactivó normalmente hasta el mes de diciembre, este acuerdo es un claro ejemplo de los efectos que ocasiona un movimiento radical a la administración de justicia.
Sinceramente deseo que no se vuelva a repetir una situación como la del 2006.
Quedo de ustedes
Mtro. en D. C. Gerardo Francisco López Thomas.