Es una regla básica de argumentación, el primero en tener la palabra debe de refutar el posible alegato de la contraparte en medio del argumento, no al principio ni al final. Si realizamos la refutación en primer lugar, nos ponemos en una postura defensiva; refutar al último deja a los Jueces centrados en los argumentos del oponente en lugar de los tuyos.
En la Retórica de Aristóteles, este observó que “en la corte uno debe comenzar dando sus propias pruebas y luego encontrarse con las de la oposición disolviéndolas y rompiéndolas antes de que sean desahogadas“.
La refutación anticipada es esencial por cinco razones.
En primer lugar, cualquier juez que escuche el argumento del oponente por tu propia voz, hará que el Juez crea que estás exagerado los problemas obvios con tu argumento. En segundo lugar, al menos con respecto a las objeciones obvias, responder solo después del ataque de la contraparte, demuestra que te muestras renuente, en lugar de ansioso, para enfrentarlas.
En tercer lugar, al demoler sistemáticamente los argumentos contrarios, da la vuelta a la situación y pone al oponente a la defensiva. En cuarto lugar, sirve aprovechar la oportunidad de presentar el argumento opuesto en tus propios términos y así establecer el contexto para una discusión posterior. Finalmente, pareces más imparcial y confiable.
Evidentemente la refutación anticipada suena sencilla y sistemática, sin embargo esta tiene un gran detalle, y es precisamente que al momento de refutar el –futuro- argumento de la contraparte, caemos en la posibilidad de refutar sobre algo que la contraparte no pretenda argumentar. Evitar este situaciones, requiere, por supuesto, un amplio conocimiento sobre el tema y lo mas favorable para el cliente de la contraparte.