
Este artículo lo escribí el 18 de octubre de 2019 y no pensaba publicarlo, pero a raíz de los hechos lamentables sucedidos en Chihuahua, decidí divulgarlo en ejercicio de mi libertad de expresión.
Dentro del tiempo de litigante han pasado infinidad de compañeras y compañeros como pasantes en el bufete; recuerdo a las y los principales colaboradores que se han caracterizado por ser muy diligentes en el ejercicio de la profesión y en las funciones que se les encomendaron y encomiendan, a pesar de la exigencia que ejerzo en ellos, y ¿por qué no decirlo? las y los pasantes que más dedicación le entregaban al despacho actualmente se desempeñan cabalmente en diferentes áreas del derecho, ya sea dentro del ejercicio particular de la abogacía, o como servidores públicos dentro de la procuración y administración de justicia.
Sin embargo este no es el tema del este artículo, lo es la situación que aconteció en Culiacán, Sinaloa el día jueves 17 de octubre de 2019, pues al ver tan aberrantes hechos y las pésimas respuestas contradictorias del gabinete de seguridad del gobierno federal; me hizo recordar a un excompañero del despacho que laboró conmigo hace muchos años (década de los noventa).
Este compañero cuando trabajaba conmigo me comentó que se iba a inscribir en el curso para formar parte de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), corporación que estaba en gestación y que substituiría a la otrora Policía Judicial Federal (PJF); pues dentro de los cambios a la extinta corporación policiaca se proyectaba una nueva generación de policías federales de investigación dependientes de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), que incluso requería que tuvieran carrera universitaria, por lo que lo animé a cubrir todos y cada uno de los requisitos exigidos y también que fuera consiente que existía la posibilidad que no pasara el curso; durante el tiempo que estuvo reclutado en capacitación y adiestramiento en la ciudad de México y cuando tenía días de descanso venía a esta ciudad de Oaxaca, me pasaba a visitar y a comentarme lo riguroso de su curso, hasta que un día llega a solicitarme una constancia del despacho donde se especificara el tiempo que trabajó como pasante y en qué área, pues ya estaba en trámites de registro de documentación a la novedosa corporación policiaca pues había aprobado todos los filtros y era un hecho que pasaría a formar parte de sus filas.
Transcurrido el tiempo me di cuenta que estaba destacando en sus funciones de investigación policial y de operatividad, incluso recibió reconocimientos presidenciales y tuvo intensas capacitaciones en EE. UU. Incluso después lo observaba en noticieros en presentación de detenciones importantes a nivel nacional, lo que me daba mucho gusto pues lo conocía desde sus principios de joven profesionista y me consta el trabajo que le había costado haber llegado a donde estaba.
Hace algunos años, siendo un sábado al medio día, la recepcionista me comunicó que me buscaba una persona y me proporcionó su nombre, que coincidía con el de un cliente por lo que di la instrucción de que pasara a mi privado, siendo mi sorpresa que no era el cliente si no que era mi excompañero quien me visitaba, indicándome que el motivo de su visita era una invitación a un evento social familiar (evento en el que tuve la oportunidad de convivir e intercambiar puntos de vista con agregados en nuestro país de la Drug Enforcement Administration (DEA) y del Federal Bureau of investigation (FBI).
Sostuvimos una plática bastante interesante siendo el tema medular la seguridad pública, comentándome que se desempeñaba como titular de una división de la Policía Federal cuyas funciones eran el combate a la producción, tenencia, tráfico y otros actos relacionados con el tráfico de drogas o sustancias prohibidas, investigación de las operaciones con recursos de procedencia ilícita, falsificación y alteración de moneda, así como la colaboración y coordinación con agencias, organismos y grupos internacionales, que tuvieran relación con la investigación de los delitos en materia de combate al narcotráfico.
Dentro de esa amena e interesante plática le hice una pregunta ¿oye, cuál es tu punto de vista de la guerra contra el narcotráfico que inició Calderón? contestándome inmediatamente: “Créame jefe que si no se hubiera hecho, ahorita en Reforma anduvieran grupos armados paseándose en vehículos como en su casa”.
Indudablemente me refería al entonces ya expresidente Calderón, pues estaba la administración del también ahora expresidente Peña Nieto y él se refería a la avenida más famosa de la ciudad de México, realmente dudé un poco de esa respuesta pues se me hacía imposible que en un momento dado existiera tanta ingobernabilidad para que sucediera eso.
Por mi trabajo tengo oportunidad de intercambiar puntos de vista con Marinos, Militares y Policías Federales y se me hizo común hacerles la misma pregunta, y las respuestas dadas por esos elementos en su inmensa mayoría es aprobando que se hubiese combatido a la delincuencia organizada de manera frontal, incluso puedo percibir que las fuerzas armadas y la policía federal (desmantelada actualmente) le tienen un gran respeto y reconocen la forma de actuar del expresidente Calderón.
Sin embargo lo visto en la noche de ayer en Sinaloa me hizo recordar esta situación y reconocer que mi excompañero tenía toda la razón, más aún ante el rumor de que se dejó en libertad a una persona ya detenida y de ser cierto estaríamos ante una actitud/omisión del gabinete de seguridad federal que pondría innegablemente en riesgo la seguridad nacional, ya que la delincuencia organizada se sentiría empoderada y probablemente actuarían con mayor violencia y ojalá no sea el preludio de más actos sumamente violentos que afecten a la sociedad de todo el país. Se argumenta que lo de ayer fue para proteger vidas, innegablemente un razonamiento fundado, pero se corre el riesgo de que ese mal ejemplo incube un monstruo mayor que el que se dejó crecer por otras administraciones (ojala esté equivocado), más violento y fortalecido, siendo muy peligroso para México.
Veo polaridad en los puntos de vista del operativo de Sinaloa, pero debemos ser objetivos en nuestra crítica y ver el riesgo real que se está corriendo, no es una cuestión de política sino de seguridad nacional y pública de todo el país. Tampoco es permitido hacer denostaciones al emitir una opinión como el de usar apodos a determinadas personas, ya que para tener la legitimidad para referirnos con palabras soeces, vulgares o burlonas, primero debemos vernos en el espejo a ver si no tenemos nada que se nos critique y con esa fortaleza denostar públicamente.
Tampoco considero que se debe estar sacando a cada rato el actuar u omisión de las administraciones anteriores, que definitivamente tuvieron vicios muy graves y que originaron la situación actual del país, principalmente por la corrupción que las permeó, ya que estar atado al pasado como justificante del incumplimiento de nuestras obligaciones no es correcto, ya que bien se sabía los males del país, por eso se ofreció componerlos y lo que queda ahora es tomar acciones inmediatas para solucionarlos no estar quejándose, porque esto, insisto es un muy mal preludio de inseguridad para el país.
El gabinete de seguridad encabezado por el titular del ejecutivo, no debe olvidar la aplicación de toda la normatividad nacional y convencional en el caso, que impone obligaciones oficiales al estado mexicano y por ende a sus autoridades y tomar como referencia la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, mejor conocida como Convención de Palermo el 15 de noviembre de 2000, aprobada por la Cámara de Senadores de México y publicada el 11 de abril del 2003 en el Diario Oficial de la Federación.
Mi punto de vista es ajeno a la política o politiquería, puesto que no pertenezco a ningún instituto político o partido, ni mucho menos tengo la necesidad o el deseo de conseguir un puesto público, chamba o empleo; mi opinión es con base a mi experiencia diaria como abogado litigante en materia penal y lo que percibo en la vida real y en cada caso que litigo, que me ha permitido conocer las dos caras de la moneda.
Quedo de ustedes.
Mtro. en Drcho. Constitucional Gerardo Francisco López Thomas.